¿Qué es más sano, llenar la vida de cosas, productos de moda, vestidos, bebidas, revistas y televisión o cuidar las necesidades más hondas y entrañables del ser humano en la relación de la pareja, en el hogar y en la convivencia social?
(José Antonio Pagola).- La cultura
moderna exalta el valor de la salud física y mental, y dedica toda clase
de esfuerzos para prevenir y combatir las enfermedades. Pero, al mismo
tiempo, estamos construyendo entre todos una sociedad donde no es fácil vivir de modo sano.
Nunca ha estado la vida tan amenazada por el desequilibrio ecológico,
la contaminación, el estrés o la depresión. Por otra parte, venimos
fomentando un estilo de vida donde la falta de sentido, la carencia de
valores, un cierto tipo de consumismo, la trivialización del sexo, la
incomunicación y tantas otras frustraciones impiden a las personas crecer de manera sana.
Ya S. Freud, en su obra El malestar en la cultura, consideró la posibilidad de que una sociedad esté enferma en su conjunto y pueda padecer neurosis colectivas
de las que tal vez pocos individuos sean conscientes. Puede incluso
suceder que dentro de una sociedad enferma se considere precisamente
enfermos a aquellos que están más sanos.
Algo de esto sucede con Jesús, de quien sus familiares piensan que
"no está en sus cabales", mientras los letrados venidos de Jerusalén
consideran que "tiene dentro a Belzebú".
En cualquier caso, hemos de afirmar que una sociedad es sana en la
medida en que favorece el desarrollo sano de las personas. Cuando, por
el contrario, las conduce a su vaciamiento interior, la fragmentación,
la cosificación o disolución como seres humanos, hemos de decir que esa
sociedad es, al menos en parte, patógena.
Por eso hemos de ser lo suficientemente lúcidos como para
preguntarnos si no estamos cayendo en neurosis colectivas y conductas
poco sanas sin apenas ser conscientes de ello.
¿Qué es más sano, dejarnos arrastrar por una vida de confort,
comodidad y exceso que aletarga el espíritu y disminuye la creatividad
de las personas o vivir de modo sobrio y moderado, sin caer en "la patología de la abundancia"?
¿Qué es más sano, seguir funcionando como "objetos" que giran por la vida sin sentido, reduciéndola a un "sistema de deseos y satisfacciones",
o construir la existencia día a día dándole un sentido último desde la
fe? No olvidemos que Carl G. Jung se atrevió a considerar la neurosis
como "el sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido".
¿Qué es más sano, llenar la vida de cosas, productos de moda,
vestidos, bebidas, revistas y televisión o cuidar las necesidades más
hondas y entrañables del ser humano en la relación de la pareja, en el
hogar y en la convivencia social?
¿Qué es más sano, reprimir la dimensión religiosa vaciando de
trascendencia nuestra vida o vivir desde una actitud de confianza en ese
Dios "amigo de la vida" que solo quiere y busca la plenitud del ser humano?
Domingo 10 Tiempo ordinario - B
(Marcos 3,20-35)
10 de junio de 2018
(Marcos 3,20-35)
10 de junio de 2018
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* Teólogo español
Fonte: http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2018/06/07/religion-iglesia-opinion-reflexion-dominical-pagola-sociedad-desequilibrio-vida-patologia-abundancia-fe-dios-jesucristo.shtml
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