quinta-feira, 29 de setembro de 2022

Cioran: reír en las fauces del abismo

 

El pensador rumano no fue un pesimista al modo en que lo fueron Arthur Schopenhauer, Philipp Mainländer y otros. Más bien, sus ojos nos invitan a mirar a los del abismo, frente a frente, y a aceptar que la vida no tiene más razón que su propio desenvolvimiento y que nos entregamos a ella con pasión, sin esperas vacuas.

En uno de sus textos menos leídos y más desconocidos, Ventana a la nada, el pensador rumano Emil Cioran (1911-1995) escribió un inolvidable y contundente aforismo que resume, con espléndida claridad, el núcleo de sus convicciones: «Todo lo que en nosotros es grande tiende a vencer el dolor. Pero solo en la medida en que no lo conseguimos –en que continuamos el combate– somos verdaderamente grandes». Cioran cifraba así nuestra existencia en una suerte de heroísmo trágico que consiste en dar un gran a la vida… a pesar de todo y de todos. A pesar de la aflicción y del desconsuelo, a pesar del sufrimiento y de cualquier circunstancia onerosa: siempre en y desde el seno del abismo del sinsentido.

La obra de Cioran ha sido catalogada de pesimista e irreverente, e incluso ha sido tildado en numerosas ocasiones –erróneamente– de un defensor acérrimo del suicidio. Sin embargo, si leemos con atención cada uno de sus enriquecedores libros, encontramos a un autor comprometido, ante todo, con el análisis y vivencia de los más insoslayables e indescifrables enigmas humanos: la finitud y la muerte, la trascendencia y la espiritualidad, la tristeza y la desesperanza o el tormento de la conciencia y la angustia frente a lo pasado y ante lo porvenir, sensaciones y sentimientos que contrarrestó mediante el poder salvífico de la música y del paseo o a través de la potencia balsámica de la ironía y el humor. Todo ello para intentar ahondar en lo que él mismo denominó «el fondo originario de la vida».

Cioran no fue un pesimista al modo en que lo fueron Arthur Schopenhauer, Philipp Mainländer, Eduard von Hartmann, Julius Bahnsen o, acercándonos más a nuestros días, Albert Caraco o el antinatalista David Benatar. El propio Cioran confesó en numerosas entrevistas que no se consideraba un pensador pesimista, sino más bien un pensador del sinsentido, de lo irreal, de lo que no tiene fundamento ni justificación. La vida carece de base ontológico-metafísica sobre la que erigirse; la vida es su puro desarrollo experiencial y cada uno de nosotros, individuos sujetos a todo tipo de avatares, debemos experimentarla en extrema (y a veces dolorosa) soledad. «¡Cuánta soledad es necesaria para tener un espíritu! ¡Cuánta muerte en vida y cuántos fuegos íntimos!», apuntó.

«Si leemos con inteligencia a Cioran, aparece como un extravagante optimista: ¿cómo, si no, atravesado desde muy joven por dolientes infiernos podría haber sobrevivido?»

En su primer libro publicado, En las cumbres de la desesperación (1934), Cioran nos invita a practicar un curioso modo de vida: la «pasión del absurdo». A pesar de los sinsabores, múltiples y variados, con los que la existencia nos pone a prueba, siempre queda una razón para seguir adelante. Y esa razón es… la sinrazón: precisamente, que «no existen argumentos para vivir». Cioran nos entrega desnudos a la vida, sin caparazón metafísico ni convicciones trascendentes, y asegura que únicamente es posible continuar si abrazamos el absurdo, «amando la inutilidad absoluta», porque «a quien en la vida lo ha perdido todo, solo le queda la pasión del absurdo».

Un autor pesimista nunca hablaría en estos términos. De hecho, si leemos con inteligencia a Cioran, aparece como un extravagante optimista. ¿Cómo, si no, atravesado desde muy joven por los dolientes infiernos del insomnio y la melancolía, por la conflictiva relación con su madre, por el desprecio de la academia, por su conciencia de inutilidad, por las envidias y los rencores…, cómo, si no, podría haber sobrevivido? Cioran apeló a nuestra fuerza heroica, a la que llamó «el método de la agonía».

Nunca defendió el suicidio, pero sí «la visión salvífica de la muerte». El autor rumano se refería, con clarividente y socarrona ironía, a este hecho: «Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera; sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado». O también: «El deseo de morir fue mi única preocupación; renuncié a todo por él, incluso a la muerte». La vida se gana en su plena y portentosa asunción, en su inquebrantable afirmación. El pensamiento de Cioran nos transmite una lucidez que no atemoriza, sino que sosiega y nos hace reposar en la certeza de que, en la vida, nada se resuelve: ¿necesitamos alguna otra certidumbre?

Toleramos la vida porque la muerte siempre es una posibilidad, una visión que nos conduce a una «transfiguración cósmica, esencial». Cuando quedamos perplejos ante las contrariedades de la existencia, caemos en la cuenta, desfondados, de que la propia vida es el material con el que se forja una «fuerza demoníaca» (en tanto que irresistible) que nos impulsa a mantenernos con vida. «Vivir sin el sentimiento de la muerte es vivir la dulce inconsciencia del hombre ordinario, que se comporta como si la muerte no constituyera una presencia eterna e inquietante», defendió en su primer libro. Y es que «desembarazarse de la vida es privarse de la satisfacción de reírse de ella».

Cioran mira a los ojos al abismo, frente a frente, y lo acepta, le da carta de normalidad en su cotidianidad. Ser conscientes del sinsentido significa «estar más allá de la posibilidad de las lágrimas y de los lamentos, más allá de cualquier categoría o forma». Cioran se burla de quien pretende explicarlo todo mediante fórmulas categoriales o teóricas que intentan clasificar la existencia como si se tratara de un problema algebraico. La vida no se deja encerrar en fórmulas. Se trata, por tanto, de desarrollar un sano «heroísmo de resistencia», no de conquista. No consiste en una resignación estoica ante lo inevitable, sino en el reconocimiento de la falta de fundamento o de razón última de la existencia. Y a pesar de este «pesado pensamiento», seguir sin miramientos.

«El pensador aseguró que lo que realmente nos mantiene vivos y proyectados al futuro son nuestros huecos y carencias»

Cuando se ha entendido que la vida no tiene más razón que su propio desenvolvimiento, su propio transcurrir, nos entregamos a ella con pasión, sin esperas vacuas o melifluas creencias. El auténtico heroísmo consiste en atreverse a vivir sin esperanza, sin promesas de eternidad o plenitud, con la conciencia de que todo está perdido y que, justamente por ello, merece la pena reafirmarse, con humor, en el seno mismo del sinsentido. «Cuando se aprende a beber en las fuentes del Vacío, se deja de temer el futuro», anotó Cioran en Silogismos de la amargura. En una entrevista, ya en sus últimos años, le preguntaron por qué seguía viviendo si la existencia, para él, carecía de sentido. Contestó, calmado y con amabilidad, que, aunque durante toda su vida se sintió muy solo, nunca se le ocurriría abandonar a «los humanos, mis compañeros de pesadilla».

En este punto, el pensamiento de Cioran se convierte en un humanismo que nos hermana en el sufrimiento, en el centro mismo del dolor existencial. Todos nuestros miedos individuales están ligados a través de la cadena infinita de generaciones que, igual que nosotros, también han padecido y han temido a la muerte y a los estragos de la vida. Por eso, aunque vivamos en soledad nuestros padecimientos, aunque algunos de nuestros dolores sean incomunicables, siempre nos cabe la posibilidad de entender el dolor del otro. Cuando comprendemos que soledad y sufrimiento son el destino del ser humano, comienza a instituirse una comunidad que trata de «vencer la nada de lo temporal».

Pocas líneas tan hermosas se han escrito en la historia del pensamiento occidental como estas que leemos en el Breviario pasional de Cioran. Son para enmarcar y leer, a modo de letanía, cada mañana: «En su inmensidad, espantado huye el hombre de sí mismo, en busca de vecinos que compartan su espanto. Cada individuo es un compañero de desconsuelo». Porque, anota el autor rumano, nos estrechamos la mano para caminar juntos «por complicidad entre dos soledades».

Frente a los melosos mensajes con los que nos intenta manipular emocionalmente la actual tiranía del éxito y la felicidad («alcanzarás lo que te propongas», «cree y lo conseguirás», Cioran aseguró que lo que realmente nos mantiene vivos y proyectados al futuro son nuestros huecos y carencias, nuestra falta de fondo, nuestra conciencia de seres abismales, de seres incompletos en pugna con lo absurdo. Y «a pesar de todo, continuamos amando; y ese a pesar de todo cubre un infinito», señaló Cioran en los Silogismos de la amargura.

Qué bello pensamiento para, a pesar de todo y de todos, continuar. Perseverar. Con heroísmo agónico, sabedores de nuestra derrota… porque no hay nada que ganar ni que conquistar, salvo quizá la conciencia de nuestra derrota y, entonces, mirándonos a los ojos, decirnos, como también dijo Cioran: «Sosegarme en tu lágrima y tú en la mía».

 Fonte: https://ethic.es/2022/09/cioran-reir-en-las-fauces-del-abismo/

domingo, 25 de setembro de 2022

Viegas: “A ideia de justiça pode se transformar numa obsessão capaz de criar injustiças tremendas”

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Francisco José Viegas - Foto: THOMAS PETER

Por Paulo Nogueira

24/09/2022 | 16h00

No nono livro com o inspetor Jaime Ramos, ‘A Luz de Pequim’, escritor português percorre o submundo de várias cidades

Francisco José Viegas é um dos maiores escritores portugueses da atualidade. Luz de Pequim, agora lançado no Brasil, é mais uma saga da série protagonizada pelo inspetor Jaime Ramos e, como o multipremiado Longe de Manaus, também se desenrola em terras brasileiras. Além de uma vasta obra literária – ficção, poesia, crônicas –, Viegas tem uma persona pública febril: foi diretor da Casa Fernando Pessoa, deputado e ministro da Cultura, e é editor da Quetzal e da revista Ler. Pela qualidade da prosa, densidade humana e contextualização prismática da sociedade portuguesa contemporânea, a série Jaime Ramos transcende o nicho policial (embora cumpra os saborosos paradigmas do gênero) e é grande literatura em qualquer sentido.

Você conhece melhor o Brasil do que muitos brasileiros – dos Estados, só não esteve em Roraima. Neste romance, quando o Cledenor desponta, rouba a cena com uma réplica ao antilusitanismo brasileiro.

Muita coisa mudou nas relações entre Portugal e o Brasil. A minha geração foi mais brasileira do que se imagina – tínhamos os escritores, a música e o futebol. Li Jorge Amado, mas também Erico Veríssimo ou Graciliano.. E havia a MPB. E as novelas. E o futebol. Nós, portugueses, não tínhamos esse futebol, nem essa música, nem essa literatura. Tirando o caso de Pessoa, que é especial. Éramos mais tristes, menos livres, apesar de tudo. Em Portugal ignorava-se que no Brasil havia cronistas de primeira linha, opinião crítica. Até meados da década de 2000, os portugueses eram piada no Brasil. Cantavam uma coisa estranha e chata, o fado... Acho que, nessa década, o Brasil descobria Portugal, que passou a ser um país mais moderno e mais atrevido. E houve uma grande emigração brasileira para Portugal. Os portugueses ficavam espantados com aquela gente que atendia melhor nas lojas e nos restaurantes, simpática, que sabia gozar melhor a vida. Não eram só os brasileiros ricos que iam ver “a terrinha” e fotografar-se ao lado da estátua do Pessoa. Eu acho que uma grande porcentagem do pessoal rico é idiota, mas rico brasileiro é muito idiota. Eu apreciava aquela emigração brasileira, que se fixava tanto em Cascais como na Costa da Caparica, que sofria como sofre o pobre português, que aprendeu a dizer “autocarro”. Português idiota não reconhece o papel transformador daquela gente. Nos anos 2000 participei de debates na USP, e via brasileiros lamentarem o fato de o Brasil não ter sido colonizado pela Holanda. Um erro grosseiro, porque trocar os portugueses pelos criadores do apartheid não me parece uma vantagem. Na recente Bienal de São Paulo falou-se muito da descolonização em relação a Portugal, o que eu acho absurdo, duzentos anos depois! Uma artista brasileira que atuou na festa do Avante em Portugal, a festa do Partido Comunista, que apoia Putin, diz que escravidão e pobreza são herança de Cabral. O Cledenor diz a mesma coisa. Tem nisso muito de ignorância e de má fé, elementos importantes na formação da opinião populista, na construção do lugar da vítima, e hoje toda a gente gosta de ser vítima. O Cledenor é um fascista sutil, que explora os defeitos dos portugueses, que eram pobres, mal vestidos, mulheres de bigode, com um racismo epidérmico. Essa imagem dos portugueses hoje desapareceu, porque as novas gerações de brasileiros chegaram a Portugal e viram um país que conhece a sua cultura. Há uma Livraria da Travessa em Lisboa, uma das três mais famosas da cidade. Portugal descobriu o “Porta dos Fundos” e adorou. Os millenials brasileiros não têm esses preconceitos fascistas sobre Portugal.

O escritor português Francisco José Viegas na praia de Ipanema, no Rio, durante entrevista ao 'Estadão', em 2007

O escritor português Francisco José Viegas na praia de Ipanema, no Rio, durante entrevista ao 'Estadão', em 2007 Foto: Wilton Junior/Estadão

São 30 anos do policial Jaime Ramos em 10 livros. Apesar do tom crepuscular (“já só tenho a memória”), espero que ‘Luz de Pequim’ não seja o canto do cisne deste patinho feio da polícia portuguesa...

Está a sair o novo livro, Melancholia, uma resposta de Jaime Ramos à ameaça do seu desaparecimento. Uma história onde também há Brasil... Em países como Itália ou Alemanha, nas capas dos livros, o meu nome aparece pequenininho, e em grande aparece “mais uma investigação do detetive Jaime Ramos”. É a glória de qualquer escritor...

Jaime se apaixonou por Rosa “porque ela me disse que tinha fome. Que lhe apetecia comer. Jantar.” Como outros investigadores bons garfos: Pepe Carvalho, do espanhol Montalbán, e Montalbano, do italiano Camilleri.

Nós, portugueses, passamos metade da nossa vida em redor da mesa e a falar de comida. O problema é que, no caso da literatura portuguesa, salvo o Aquilino Ribeiro, a comida e a cozinha estão afastados do romance. Não há um fogo a aquecer uma panela. Cozinhar era coisa de pobre ou de gente sem aquele ideal de literatura elevada. Tanto Montalbán como Camilleri só podiam ser mediterrânicos. No Brasil, há o Rubem Fonseca. Lembro de um encontro com o Rubem, em Portugal, em fevereiro, que é inverno, e ele queria sardinhas, uma coisa de verão. E encontramos sardinhas. Nunca vi ninguém tão feliz por comer sardinhas. Hoje a comida é uma espécie de exibicionismo no Instagram. Qual dos motivos para se escrever um policial, aventados por P D James, você subscreve: a) Para conferir um pouco de ordem ao caos aterrorizante b) Para extrair justiça da injustiça c) Para dar a ilusão de que vivemos num universo moral e compreensível. As três coisas estão reunidas, não? Mas acho que o caos é eterno, e que a ideia de justiça pode se transformar numa obsessão capaz de criar injustiças tremendas. Jaime Ramos segue um certo ideal de justiça, mesmo não cumprindo a lei e violando a lei. Ele esconde provas, sonega materiais da cena do crime, altera os relatórios, porque sabe que a justiça vai muito mais além da lei, depende de uma ordem que temos de ser capazes de compreender. Mas também não é moralista no sentido de impor uma conduta, uma redução do humano ao ético, ao bem comportado. Isso não lhe interessa nada, porque conhece o sabor da derrota, sabe que os bons nunca triunfarão sobre os maus. Investiga para que possamos compreender como chegamos até aqui, e para que as vítimas não sofram mais.

Você assumiu que surrupiou um personagem ao Rubem Fonseca...

Foi em Crime Capital. Mas não há nenhum livro meu que não tenha o Brasil pelo meio. Nesse caso, um emigrante brasileiro foi assassinado no Porto, e eu precisava de um criminalista brasileiro... Percebi que não conseguia fugir de um que já existia, o Mandrake do Rubem. E aí fiz o mais lógico: roubei. A maior alegria foi receber um email do Rubem a dizer “gostei, você foi generoso com o Mandrake”. Fui nada generoso. Eu roubei com prazer, porque escritor está sempre a roubar, não é? Há uma história que se passou em Ouro Preto, num daqueles festivais. Era uma mesa sobre “influência”. Eu já não podia repetir aquela lengalenga de “fui muito influenciado por Eça, por Machado...” Então disse, “Agradeço muito ter aprendido a escrever com esses autores, mas eu prefiro roubar mesmo...” Houve um pasmo na sala, uns risos. No dia seguinte, um autor que estava numa mesa de tema diferente declarou que era grave o que tinha acontecido no dia anterior, “esteve aqui um português que falou de roubar, isso é grave, há a lei do direito de autor, a propriedade intelectual, etc, ...” Eu enfiei-me na cadeira, envergonhado por causa da falta de senso de humor do sujeito. Uns anos depois cruzei-me com ele num festival, em Portugal, creio, e pisquei-lhe o olho. Como se dissesse, “escreve, que vou te roubar...” Ou pior, “vou te enfiar num romance”...

O escritor de romances policiais Rubem Fonseca, que criou o detetive Mandrake

O escritor de romances policiais Rubem Fonseca, que criou o detetive Mandrake  Foto: Acervo Estadão

Hoje, com conceitos como “lugar de fala” e “apropriação cultural”, os ficcionistas (especialmente os mais jovens) ainda conseguirão descrever um universo que não se reduza ao seu umbigo, ou irá prevalecer, se não a censura, pelo menos a autocensura? Um jovem autor ainda poderá dizer, como Flaubert, “Madame Bovary c’est moi”?

Tenho muitas dúvidas. Esta ideias de que os autores têm de ser boas pessoas, defender boas causas, terem bons sentimentos, é muito assustadora. Vamos descobrir que Flaubert era um cafajeste, que o Tolstoi desprezava a família, que o Balzac era um reacionário... Então, toda a gente quer ser boazinha aos olhos dos outros, sobretudo falando de si própria, transformando-se em centro do mundo, dando bons exemplos morais. E a autocensura vai ganhar foro de loucura. Tive uma autora que pediu para rever e mudar o romance inteiro dela, porque falava de negros, e esse não era o seu “lugar de fala”. Isto é um absurdo. Ninguém vai querer ser Madame Bovary, nesse mundo higienizado e bondoso, porque ela era adúltera, provinciana, romântica, seduzida. Negar a possibilidade de conhecer o bem e o mal é como suprimir a ideia de sermos seres humanos. Um dia, o bom escritor vai ser aquele que escreve para não ofender. E “apropriação cultural” é uma formulação reacionária. O grande é o Manifesto Antropofágico: a gente devora tudo, a gente devora todas as influências e faz delas obra universal. O Oswald de Andrade é uma das pessoas mais luminosas na cultura brasileira.

A LUZ DE PEQUIM

FRANCISCO JOSÉ VIEGAS

EDITORA GRYPHUS

254 PÁGINAS

R$ 60

Fpnte: https://www.estadao.com.br/alias/viegas-a-ideia-de-justica-pode-se-transformar-numa-obsessao-capaz-de-criar-injusticas-tremendas/  24/09/2022

Fim das redes sociais fica mais próximo com mudanças no Facebook

 https://www.estadao.com.br/resizer/IPSW3cpQYXBeHC2MkNdGkXVUhzQ=/1440x600/filters:format(jpg):quality(80):focal(2153x907:2163x917)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/estadao/5PYIUQJUDVBDVKU3BZYCBIPXDY.jpgFoto: Andrew Harrer/Bloomberg

Por Bruno Romani e Bruna Arimathea

O modelo do TikTok, que foca em algoritmos e ignora conexões sociais, está substituindo o formato que consagrou a empresa de Zuckerberg

As redes sociais como conhecemos hoje podem estar perto do fim — ou quase isso. As publicações dos seus amigos continuarão lá e as suas também. Mas o modelo que consagrou o Facebook parece estar em declínio por causa do TikTok. Ou seja, no novo mundo, as plataformas focam mais em conteúdos “bombados” e menos nas suas conexões sociais.

As indicações de mudança estão por todos os lados. “O feed está deixando de ser guiado por pessoas e contas que você segue para ser guiado por conteúdo recomendado por inteligência artificial (IA), mesmo que você não siga os criadores que postaram o conteúdo”, disse Mark Zuckerberg, presidente do Facebook, para investidores no mês passado.

Antes dele, Blake Chandlee, presidente global de soluções de negócio do TikTok, descreveu como enxergava o seu concorrente. “O Facebook é uma plataforma social. Eles criaram seus algoritmos baseados nas conexões sociais. Somos uma plataforma de entretenimento. A diferença é grande”, disse ele ao canal CNBC.

É uma distância que Zuckerberg pretende encurtar, ficando mais parecido com o rival chinês. Na mesma reunião, o fundador da rede social disse que cerca de 15% do conteúdo no Facebook é sugerido e exibido por meio de IA e não depende de quem você segue — o porcentual é um pouco maior no Instagram. Para o ano que vem, o objetivo do executivo é chegar à marca de 30% nos dois serviços. Isso deve colocar no feed, principalmente, vídeos curtos postados por estranhos, principal pilar do modelo do TikTok.

Parte dessa movimentação já pode ser vista. No ano passado, o Instagram incluiu o Reels (sua ferramenta de vídeos curtos) no feed e passou a fazer recomendações desses conteúdos entre as postagens de parentes e amigos. Neste ano, a insistência nas recomendações de vídeos chegou a causar críticas dos usuários do app.

Facebook popularizou as redes sociais nos anos 2000

Facebook popularizou as redes sociais nos anos 2000 Foto: REUTERS/Dado Ruvic/Files

Adam Mosseri, presidente do Instagram, voltou atrás nas mudanças, mas indicou que não desistiu de aplicá-las. Ao site Platformer, ele disse: “Precisamos dar um grande passo para trás e rearranjar. Quando aprendermos o suficiente, voltamos com alguma nova ideia”.

Seja qual for a nova investida, o componente social parece ter ficado para trás. “A necessidade de redes sociais — e seu significado mais tradicional — é menor do que era há 10 anos. Com os dispositivos que temos, encontramos outras maneiras de nos conectarmos com nossos amigos e isso não exige, necessariamente, uma plataforma dedicada”, diz ao Estadão Matt Navarra, consultor britânico de redes sociais. “Redes para se conectar com amigos e familiares estão perdendo seu valor e o uso da mídia social está em mudança”.

Mudança histórica

É uma mudança de um paradigma que atravessa décadas. A ideia de grupos de pessoas reunidas online em torno de interesses comuns foi descrita pela primeira vez em 1993 pelo acadêmico americano Howard Rheingold, que cunhou a expressão “comunidade virtual”. Em 2003, o Friendster emprestou alguns dos conceitos de Rheingold para inaugurar oficialmente a era das redes sociais.

Nos anos posteriores, veio uma chuva de serviços que apostavam nas conexões entre pessoas conhecidas como mola propulsora do conteúdo online. Os brasileiros, por exemplo, se apaixonaram pelo Orkut em 2004. No mesmo ano, Zuckerberg criou, dentro da Universidade Harvard, o Facebook. A premissa dos serviços era reunir gente dos mesmos círculos sociais e permitir o compartilhamento de interesses.

Foi Zuckerberg, porém, quem melhor entendeu o poder do conteúdo mediado por parentes e amigos. Em 2006, ele lançou o Feed, o que não permitia apenas as pessoas se conectarem, mas também compartilharem posts — três anos depois, o Facebook incluiu o botão Curtir, o que dava uma noção da popularidade daquilo que era publicado. O formato virou padrão e se tornou definição de rede social, o que influenciou serviços como Twitter, Instagram e Snapchat.

O sucesso foi tanto que, na década seguinte, o Facebook se esforçou para preservar o formato. Em 2016, a empresa passou a priorizar a publicação de conhecidos no Feed em detrimento de páginas, inclusive de veículos jornalísticos. Em 2018, houve novo esforço do tipo. Naquela altura, o sucesso justificava o esforço, ainda que existissem problemas graves — documentos do Facebook revelaram que esse tipo de distribuição aumentava discursos inflamados.

Algo estava, porém, prestes a mudar.

Adam Mosseri, presidente do Instagram, precisou voltar atrás em algumas mudanças na plataforma depois de críticas dos usuários

Adam Mosseri, presidente do Instagram, precisou voltar atrás em algumas mudanças na plataforma depois de críticas dos usuários 
Foto: REUTERS/Beck Diefenbach/File Photo

A era do algoritmo

Lançado em 2018, o TikTok ignorou a ideia de conexão de conhecidos desde o começo. A empresa, que autodenomina seu app como uma plataforma de entretenimento (e não uma rede social), focou nos criadores de conteúdo e nas ferramentas espertas de edição. O impacto foi imediato.

O YouTube, que se consolidou com vídeos longos, foi obrigado a olhar para produções curtas e lançou o Shorts em 2020. O impacto, porém, foi quase nulo por uma razão simples: o segredo por trás do TikTok estava no seu algoritmo de distribuição e recomendação, que prioriza o entretenimento do usuário acima de tudo.

Para Edney Souza, professor da ESPM, estamos em transição para um momento em que as plataformas estarão muito mais empenhadas em ser uma “TV” eternamente ligada do que um ambiente de pessoas do nosso dia a dia. “Saímos da era das redes sociais e entramos na era das mídias sociais”, diz ele.

“Você não teria essa transformação de rede social em veículo de entretenimento se as pessoas não estivessem na frente do celular como se fosse a tela da televisão”, diz Carlos Affonso Souza, diretor do Instituto de Tecnologia e Sociedade do Rio de Janeiro (ITS-Rio).

A transformação significa que saímos da era das conexões para a era dos algoritmos. “Houve uma mudança na maneira como as pessoas usam as mídias sociais nos últimos dois anos, além da mudança nas necessidades e expectativas das pessoas em relação às mídias sociais em geral. As principais plataformas de mídia, agora, precisam se adaptar a essa nova era”, explica Navarra.

Em números, fica clara a necessidade de mudanças de gigantes como o Facebook. Em fevereiro, a plataforma registrou queda de usuários pela primeira vez na história: a rede social perdeu cerca de 500 mil usuários diários globalmente nos últimos três meses do ano passado. No último mês de julho, a companhia registrou a primeira queda de receita desde a fundação: US$ 28,8 bilhões no trimestre encerrado em junho passado, ante US$ 29 bilhões do mesmo período de 2021.

Ainda, de acordo com um ranking americano publicado pela SensorTower, analista de redes sociais, o Facebook já caiu da posição de top-10 apps mais baixados no iOS, da Apple, 97 vezes — apenas em 2022. Em comparação, isso só aconteceu sete vezes no ano passado inteiro.

Nichos

Se os números são a única coisa que importam, as redes sociais parecem mesmo ter chegado ao final. Mas tem gente que enxerga as mudanças sob uma ótica mais otimista. “Acredito que o movimento do Instagram em direção ao TikTok não é sinal de fraqueza das redes, e sim de fortalecimento”, diz Souza.

Ele afirma que os modelos das plataformas não são estáticos e mudanças são parte de uma evolução. “O próprio Instagram começou a desviar o foco da conexão social, quando deu origem à cultura de influenciadores. De repente, as pessoas passaram a seguir desconhecidos”, diz ele.

E para quem sente saudades de ter a conexão social como mediador do conteúdo, ainda existem serviços que fazem isso — o próprio Instagram permite acessar uma aba só com os seus contatos. Isso sem contar serviços como o LinkedIn, focada em conexões sociais profissionais, e o BeReal, rede francesa que permite usuários postarem apenas uma foto por dia para seus amigos.

“Talvez, a conexão social se torne um recurso de nicho no momento. Mas, quem sabe, isso não volte à moda no futuro?”, diz Souza.

Fonte: https://www.estadao.com.br/link/cultura-digital/fim-das-redes-sociais-fica-mais-proximo-com-mudancas-no-facebook/ - 21/08/2022