24 enero
2020 · por Lucia Montobbio · en Entrevistas,
Iglesia, Reflexiones
Lucía Montobbio. [Entrevista aparecida
originalmente en Catalunya Religió]. El dominico Timothy Radcliffe
es teólogo, profesor de Sagrada Escritura en la Universidad de Oxford,
provincial de los dominicos de Inglaterra, y de 1992 a 2001, Maestro de la
Orden. En 2015 el papa Francisco lo nombró consultor del Pontificio
Consejo de Justicia y Paz. Su predicación mundial la ha llevado a cabo a través
de los libros, que han sido traducidos a 24 lenguas. Y llenando auditorios en
todo el mundo, como ocurrió este martes en la Facultad de Comunicación y
Relaciones Internacionales Blanquerna.
Nos recibe en la Fundació Joan Maragall con su aspecto habitual: cabello
blanco desordenado, y aparentemente cansado. “¿Sabéis inglés?”, es lo primero
que pregunta. Cuando ve que tenemos un inglés suficiente para entrevistarle, se
le ilumina la cara y nos saluda en tono efusivo “Gracias a Dios que sabéis
inglés, yo no tengo ni idea de catalán, de castellano… sólo inglés”.
Se sienta, y a la pregunta por cortesía de “¿cómo está?”, responde de
forma sincera. “Honestamente, tengo que decir que estoy muy cansado, vengo de
Inglaterra, he dormido poquísimo, y después de parar aquí para dar la
conferencia, marcharé enseguida a Estados Unidos, estoy enlazando aviones. ¿Os
sabe mal que hagamos la entrevista corta?”.
Timothy, las personas vienen a escucharle, va por todo el mundo dando
conferencias. ¿Cómo se siente con este protagonismo?
Esta es una buena pregunta. Doy muchísimas conferencias, seguro que más
de 100 por año. Cada vez que subo al estrado para hablar, siento nervios. Antes
de empezar siempre me digo a mí mismo: “¿De verdad que puedo ofrecer algo?”
Tengo claro que uno sólo tiene poder si las personas te dan poder. Cuando
hablo, les miro a la cara, a los ojos, ellos me responden con su expresión y si
tengo suerte, les hago reír… no precisamente porque hable castellano
macarrónico, sino porque he acertado la tecla.
Es verdad que vienen a escucharme, soy el primero que me sorprendo.
Cuando sucede esto tienes una gran responsabilidad, la historia es qué haces
con este poder. Hay personas que utilizan el poder para dominar pueblos, por
ejemplo. Si tienes poder es para que lo des a los demás, para empoderar a los
demás. Es un movimiento bidireccional, las personas me dan poder en el momento
que vienen a escucharme, y yo los empodero a ellos, los hago más fuertes. La
cuestión es que sea mutuo.
Un gobernante estadounidense dice: “Casi todos podemos soportar la
adversidad, pero si quieres probar el carácter de alguien, dale poder”.
Exacto.
¿Qué es lo que cree que las personas buscan en sus palabras?
Lo que buscan en mis palabras, y en la vida en general, es la verdad, la
honestidad. Estamos cansados de escuchar a personas que hablan con vaguedad.
Buscan que alguien les hable del sentido del amor, es difícil enamorarse,
buscan que les hables de los retos que tiene la sociedad, de las emociones, de
las alegrías, de los cambios, de la vida en familia, de comprender al otro, de
la inseguridad en que vivimos, del problema para conseguir vivienda, del
problema para conseguir trabajo… muchos jóvenes no tienen dinero para poder
comprar una casa. Así que creo que cuando las personas vienen a escucharme, lo
que quieren es que les explique la vida tal como es. En inglés tenemos la
expresión “Tell it as it is”. La gran tentación para los que hablamos
delante del público es empezar a charlar con palabras abstractas, que parecen
elegantes pero que están vacías de significado.
Así, insisto, lo que se busca es que seas honesto. Y también vuelvo a la
idea de la reciprocidad, sólo puedo ser honesto contigo si tú también lo eres
conmigo. Cada vez que doy una conferencia comparto lo poco que sé, y espero
aprender más de los que asisten. Esta es la mejor sensación, volver a casa
sabiendo que has aprendido algo nuevo.
Sabemos que estás cansado, pero te pediremos un ejercicio de
imaginación. Me gusta la imaginación. Es importante.
¿Lo es?
Sí, todo el mundo tiene imaginación, pero no estamos acostumbrados a
utilizarla. La imaginación nos hace ver las cosas de manera más fresca. Los
niños saben mucho de esto, pueden convertir una caja de cartón en un castillo.
Los adultos, si no la utilizamos, nos quedamos en la misma historia de siempre.
Pues imagine que Jesús vuelve entre nosotros hoy. ¿Qué haría? ¿Qué
diría?
Quizás lo primero que haría sería asegurarse de volver siendo invisible.
Y lo segundo que haría es lo que ya hizo en su tiempo, nos preguntaría: ¿Qué
quieres hacer con tu vida? No nos diría “ven, sígueme, salvaremos al mundo”.
Más bien creo que me diría,” Timothy, ¿qué quieres?”, “¿cómo te sientes?”,
“¿cómo te puedo ayudar?”
En este mundo moderno, ¿qué importancia tiene la religión?
Las personas cada vez son menos religiosas, al menos en Inglaterra. Las
personas parecen ser cada vez menos religiosas. Pero al mismo tiempo, las
personas continúan preguntándose por el sentido último de su vida. Y la
religión se basa en eso, en preguntarse cuál es la finalidad del ser humano, de
estar aquí.
Tengo un buen amigo que fue director de una escuela muy reconocida en
Inglaterra, y nunca me ha dicho si cree o no en Dios. Cuando se retiró,
organizó un encuentro para reunir a seis cristianos y seis personas ateas, lo
que quería era que le convenciéramos de una cosa o de la otra. Tuvimos muy
buenas conversaciones, maravillosas. Está casado y tiene 4 hijos, y una de las
preguntas que nos hizo era si este amor que sentía por su mujer o por sus hijos
lo considerábamos como puntual o como universal. Creo que las personas deseamos
probar el amor eterno.
Así pues, si la Iglesia quiere ser importante en la vida de sus fieles o
de las personas en general, debe ser capaz de acoger estos significados que se
encuentran en nuestro día a día, en las pequeñas cosas, en este amor cotidiano
que se traslada a lo universal. Se puede encontrar este pequeño significado
vital también en actividades como el gusto por la cocina, por cuidar del
jardín, o encontrarse con los amigos de la puerta de al lado. Debemos dar la
bienvenida a todos estos pequeños significados. Tenemos que estar con la gente
cuando cocina, cuando cuida del jardín, cuando viaja… cuando te encuentras con
ellos para disfrutar de una buena botella de Rioja. (Ríe). Lo que quiero decir
es que al final todas estas pequeñas cosas nos llevan finalmente hacia Dios.
Y la Iglesia, ¿dónde queda en todo esto?
Estamos en una época de incertidumbre, tenemos que ofrecer una
invitación valiente para seguir a Cristo. La fe debe ser trascendente para la
vida de las personas.
La superficialidad, que parece estar tan valorada hoy, ¿puede ser
también una dificultad en la búsqueda de la espiritualidad?
Esta es una gran dificultad, la globalización de la superficialidad. Es
el mundo de los significados fáciles y baratos, un mundo lleno de tweets,
el mundo de Donald Trump (ríe), es el mundo de los eslóganes. Y este mundo no
es suficiente para satisfacer a los que lo habitamos. Sólo tweets y
eslóganes, un andwich demasiado pequeño para satisfacernos.
Hay algunos que parece que están muy contentos así.
Sólo podrán sobrevivir así por poco tiempo. Si se encuentran atravesando
un momento difícil, buscarán más allá, nos necesitamos unos a otros y también,
como he dicho antes, preguntarnos por el sentido último de la vida.
¿Cuán importante es tener buenas conversaciones?
Mucho. Para tener una buena conversación, siempre digo que tienes que
estar más interesado en la otra persona que en ti mismo. Te puedes plantar
delante del otro sabiendo claramente qué es lo que quieres decir, o bien,
simplemente, puedes dejar un espacio abierto donde de repente el otro se abra
hacia ti y te cuente cosas de las que puedes aprender.
Los dominicos, por ejemplo, valoramos mucho la voz de cada uno de
nosotros, más allá de la democracia que existe en nuestra orden. Pensamos que
estando de acuerdo o en desacuerdo, el otro tendrá una palabra, un saber para
compartir. También una buena conversación es un diálogo en el que nadie se toma
demasiado en serio, me gusta que las personas se puedan reír de ellas mismas y
juntas. Cuanto más diferentes son las personas, mejor. Para hablar con alguien
debes ser paciente, una buena conversación es divertida, te hace reír. Hay otra
cosa que me ayuda mucho en mi fe, en mi búsqueda, y es hablar con el otro sobre
arte.
¿Qué tipo de arte?
Me encanta hablar sobre películas, poesía, novelas, música, sin
importarme qué religión o qué creencias tiene el otro.
El arte nos une.
El arte nos une porque a través de él se expresa esta complejidad del
sentido del ser humano. Todo ello requiere mucha paciencia. Es necesario tener
tiempo. Vamos siempre demasiado rápido cuando hablamos con el otro.
Como ahora, que sólo tenemos 25 minutos de entrevista.
(Ríe fuerte) Está bien, os doy 26
minutos. En resumen, me siento muy ligado y admirado a esta tradición del
corazón, como digo, los libros, la tragedia, la música, el arte en general.
¿Nos puede recomendar un libro?
Gilead, de Marlyn Robinson
¿Y una película?
De dioses y hombres, de Beauvois. La he visto
cinco veces y no me canso.
¿Hay algún artista que le inspire de forma especial?
Claramente el poeta Seamus Heany, toda su obra.
¿Y alguna palabra que le emocione?
“Souple”. Es una palabra que
significa flexibilidad y buena relación con el otro. Me gusta cómo suena, la
dibujaría como si fuera una espiral, con dinamismo, como la vida misma.
¿Cuándo se enfada más?
Cuando encuentro personas que se indignan, se quejan y no hacen nada
para cambiar la situación en que se encuentran. En inglés decimos
“indignation is jelosy with a halo”. Significa que las personas reaccionan
con indignación ante la debilidad moral del otro, y a menudo lo que ocurre es
que están celosas de lo que dicen sentirse en oposición. Al mismo tiempo,
niegan estar celosos y se sitúan en una posición moral superior.
(Mira el reloj)
Sólo tenemos tres preguntas más.
(Ríe fuerte)
¿Por qué cree que sus reflexiones sobre la homosexualidad generaron controversia?
Hay personas que cogen al aire las palabras que dices y las malinterpretan.
Lo que dije es que Dios se encuentra en cada forma o manifestación de amor que
existe. Cada persona debe encontrar su camino para amar al otro. Los cristianos
debemos estar abiertos a acoger cada forma de amor. Esto no quiere decir que
esté a favor de los matrimonios gays, que es lo que se interpretó. Cuando las
personas están nerviosas y tienen miedo, lo que hacen se malinterpreta. No
quiero que las personas se asusten de mí, ni de lo que digo.
¿Qué retos tiene el diálogo interreligioso?
La exploración de quién soy yo y de quién es el otro puede significar
tensión. Tensión entre nuestra identidad y la del otro, que es la que debemos
conocer. Vivimos en comunidades globales que reúnen a personas con ideas
similares. La diferencia existe, es rica, si te haces amigo del otro pueden
pasar cosas maravillosas. Uno de los retos que tiene el diálogo interreligioso
es éste, la gestión de la diferencia. El miedo a la diferencia puede empoderar
a corrientes populistas, o a facetas como la islamofobia.
¿Qué misión cree que tiene ahora la orden de los dominicos?
Si queremos compartir cualquier cosa, nuestra fe, nuestro amor, nuestros
pensamientos, lo primero es no sentirse superior a nadie, sino estar junto a
las personas. Nuestra vocación y misión como religiosos está arraigada en la
universalidad del amor de Dios, el amor hacia aquél que es diferente, el amor
hacia nuestros hermanos, un amor amplio donde quepa todo y todos, un amor
universal.
Gracias Thimoty. Ya lo dejamos libre.
(Ríe, y sólo deja de reír cuando mira el reloj, abre los ojos como
platos, y exclama)
Increíble, 26 minutos exactos. ¡Gran entrevista, me lo he pasado muy
bien!
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