Entrevista exclusiva del Papa al diario argentino La Nación
"Quiero una Iglesia abierta, comprensiva, que acompañe a las familias heridas"
Joaquín Morales Solá, 03 de julio de 2016
Yo sigo mi camino sin mirar al costado. No corto cabezas. Nunca me gustó hacerlo. Se lo repito: rechazo el abe que el rumor de una supuesta frialdad entre él y el presidente argentino es el consumo cotidiano del micromundo político en su país. Funcionarios vaticanos buscaron una explicación para ese insistente murmullo. Hay en la Argentina, han concluido, una campaña de prensa y en las redes para desprestigiar al Papa. "Es la única nación del mundo donde el Papa es una figura tan discutida. Y es la nación donde nació Francisco", subrayan.
El Papa no se detiene en los rumores ni en las explicaciones. Se
muestra cercano y afectuoso, como siempre desde que nos conocemos, hace
casi 20 años. Está mucho más delgado que la última vez que lo vi. Una
dieta equilibrada, que no le exige mayores sacrificios, le permitió
terminar con el sobrepeso que tenía. Está contento. Un análisis completo
de su salud le acaba de confirmar que su estado es excelente. "Los
resultados son los de una persona de 40 años", le dijo su médico.
Conserva el viejo don de hacerle sentir a su interlocutor que tiene
puesta en él su atención exclusiva y excluyente. Nunca se olvida, eso
sí, de distinguir con precisión su rol de jefe de Estado cuando habla de
otro jefe de Estado. "Macri me parece una persona bien nacida, una persona noble", agrega. Ni una sola palabra sobre sus políticas. Es el límite que debe respetar como jefe de Estado.
- ¿Cómo se lleva con los ultraconservadores de la Iglesia?
Ellos hacen su trabajo y yo hago el mío. Yo quiero una Iglesia
abierta, comprensiva, que acompañe a las familias heridas. Ellos le
dicen que no a todo. Yo sigo mi camino sin mirar al costado. No corto
cabezas. Nunca me gustó hacerlo. Se lo repito: rechazo el conflicto. Y
concluye con una sonrisa amplia: "Los clavos se sacan haciendo presión
hacia arriba. O se los coloca a descansar, al lado, cuando llega la edad
de la jubilación". Genio y figura del papa Bergoglio.
- ¿No tuvo nunca ningún problema con Macri?
Una sola vez, en Buenos Aires, durante más de seis años de
convivencia. Él como jefe de gobierno de la Capital y yo como arzobispo.
Una sola vez en tanto tiempo. El promedio es muy bajo.
Y agrega: "Algunos otros problemas los hablábamos en privado y lo
resolvíamos en privado. Y los dos respetamos siempre el acuerdo de
privacidad. No busque razones. No hay ninguna explicación en la historia
para que se diga que yo tengo un conflicto con Macri".
Ha recibido a tres ministros de Macri en las últimas semanas.
"Algunos son viejos amigos, que piden verme y yo los recibo con mucho
gusto", cuenta. Esos ministros son el de Educación, Esteban Bullrich; el
de Trabajo, Jorge Triaca, de cuya madre el Pontífice es amigo, y la
canciller Susana Malcorra. "No sé cómo hizo una ingeniera electrónica
para tener semejante cintura política", se sorprende sobre Malcorra,
campechano. "Se lo pregunté con sentido del humor", relata. "Debe haber
aprendido en las Naciones Unidas", concluye. Pero hay dos mujeres del
gobierno de Macri sobre las que el Papa se detiene: la gobernadora de la
provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y la ministra de
Desarrollo Social, Carolina Stanley. "Conozco la sensibilidad social de
ellas y sé por la Iglesia argentina que siguen siendo muy sensibles ante
el sufrimiento de los que menos tienen", destaca.
- ¿Sabe que lo criticaron por haber recibido a Hebe de Bonafini?
Hasta un amigo me mandó una carta criticándome por eso. Fue un acto
de perdón. Ella pidió perdón y yo no se lo negué. No se lo niego a
nadie. Nunca fue cierto que las Madres ensuciaron la Catedral de Buenos
Aires. Ocuparon dos veces la Catedral. Y las dos veces yo di la orden de
que no les faltaran agua ni baños. Es una mujer a la que le mataron dos
hijos. Yo me inclino, me pongo de rodillas ante semejante sufrimiento.
No importa lo que haya dicho de mí. Y sé que dijo cosas horribles en el
pasado.
Cerca de él cuentan toda la anécdota. La intermediaria entre
Francisco y Bonafini fue Marta Cascales, esposa del polémico ex
secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno. El Papa conoce a
Cascales desde hace más de 30 años, pero no por Moreno, sino porque era
amigo de su primer esposo, que murió. A Moreno lo saludó un par de veces
mientras fue agregado comercial en Italia y lo recibió cuando pidió
despedirse. Nada más. Cascales no participó de la reunión privada entre
el Papa y Bonafini. Sólo estuvo al principio para saludarlo. Luego, los
dos -Francisco y Bonafini- quedaron solos. "Hablamos del perdón y ella
dijo lo que siempre dice del gobierno de Macri, que luego repitió ante
la prensa. Son cosas de ella, no mías. A mí me interesaba dejar atrás
una historia de desencuentros", explica.
Los funcionarios del Vaticano, que hurgaron en el origen de los
rumores sobre las presuntas desavenencias entre el jefe de la Iglesia
Católica y el presidente argentino, creen haber encontrado a un ideólogo
de la campaña contra el Papa. Es Jaime Durán Barba. Tal vez lo ayuda
algún ministro importante, dicen (¿Marcos Peña?). Durán Barba cultiva un
anticlericalismo cerril. No lo esconde. Suele exponerlo sin vueltas en
las reuniones del círculo político más influyente del macrismo. Durán
Barba tiene sus adversarios cuando despliega esos argumentos. Su más
constante refutadora es la vicepresidenta Gabriela Michetti, que también
conoce al Papa desde hace mucho tiempo. Durán Barba suele exponer en
público sus argumentos anticlericales. ¿Por qué Macri no lo calla? "Es
imposible luchar contra la egomanía", explica un funcionario de Macri.
Tampoco Durán Barba es el único anticlerical que aprovecha un momento
en que la política discute la figura del Papa. La campaña en la prensa
contra él que denuncian funcionarios vaticanos (excluyen a LA NACION) se
nutre de anticlericales que estaban escondidos. El Pontífice quedó
también atenazado por dos polos fanáticos, el kirchnerismo y el
antikirchnerismo, cuando decidió hacer algunos gestos públicos, como
recibir a Bonafini o enviarle un rosario a Milagro Sala. "No tengo
ningún reproche personal que hacerle al presidente Macri", repite el
Papa. No dirá nada más sobre la rumorología.
Hay mucha confusión sobre mis voceros en la Argentina. Hace unos dos
meses, la oficina de prensa del Vaticano informó oficialmente que esa
dependencia es el único vocero del Papa. No hay más voceros, en la
Argentina o en cualquier otro país, que los voceros oficiales del Papa.
¿Es necesario repetirlo? Lo repito entonces: la oficina de prensa del
Vaticano es el único vocero del Papa.
Lo que sí existe es una vieja relación personal del Papa con Vera.
"Lo que Francisco rescata de Vera es la historia de una vida, que pudo
ser marginal y que, sin embargo, se convirtió en interesante con tesón y
coraje", amplían funcionarios muy cercanos al Pontífice. Vera tiene una
historia como militante de la izquierda extrema, que el Papa fue
llevando hacia posiciones más racionales. "No busquen más explicaciones
que ésa, porque no las hay", resaltan. Sin embargo, a Macri lo preocupa
sobremanera que Vera deje entrever que es el vocero del Papa en la
Argentina. Vera es para el macrismo lo que Durán Barba es para el
Vaticano. Causantes los dos de que existan las versiones de desacuerdos
entre el Papa y el presidente argentino.
- ¿El rechazo de la donación del gobierno argentino a Scholas Occurrentes fue una decisión suya contra el gobierno de Macri?
Para nada. Esa interpretación es absolutamente incorrecta. Yo les
dije a los dos responsables de Scholas, con todo mi cariño, que los
estaba preservando a ellos, los estaba cuidando de eventuales
tentaciones o errores en el manejo de la fundación. De ninguna manera
aludía al Gobierno. Al presidente Macri le dije cuando lo vi aquí que se
trata de una fundación privada con reconocimiento de la Santa Sede. El
Gobierno accedió al pedido de Scholas porque tenía esa información. Sigo
creyendo que no tenemos derecho a pedirle un peso al gobierno argentino
cuando éste tiene tantos problemas sociales para resolver.
En rigor, esa interpretación es también la que hace el gobierno de
Macri, que siempre valoró la explicación veraz y precisa del problema
que escribió la corresponsal de LA NACION en Roma, Elisabetta Piqué. En
síntesis: nunca hubo con ese subsidio rechazado un conflicto entre el
Papa y el gobierno argentino. Hubo una cuestión entre el Pontífice y sus
amigos José María del Carril y Enrique Palmeyro, responsables de la
fundación Scholas, a quienes el Papa sigue distinguiendo.
- ¿Usted les dio un apoyo a jueces argentinos cuando los recibió hace poco?
Hubo aquí un congreso mundial de jueces sobre la mafia y la trata de
personas, como ya lo hubo con alcaldes de todo el mundo sobre el mismo
tema. Vinieron unos 200 jueces de todo el mundo. Seis eran argentinos.
Algunos jueces argentinos pidieron saludarme en privado y yo accedí.
Sucedió eso y nada más. No puedo apoyar ni dejar de apoyar cuando no
estoy al tanto de los pormenores judiciales argentinos.
De las reuniones privadas recordó las que tuvo con el presidente de
la Corte, Ricardo Lorenzetti, y con la jueza María Servini de Cubría,
porque a los dos los conoce desde hace mucho tiempo. "En la lucha contra
la corrupción hay que ir hasta el fondo", suele decir Francisco. Es un
concepto global. Nada más. Llega hasta el límite justo que le permite su
condición de jefe de Estado.
No obstante, se nota que está informado de los grandes trazos de la
política de su país. Desliza pequeños detalles que lo delatan. Sabe
también que dos encuestas recientes (de Poliarquía y de Isonomía) lo
colocan como la figura pública mejor valorada por la sociedad argentina.
Cuenta con el 75 por ciento de la simpatía popular. Y sólo un seis por
ciento de los encuestados tiene una imagen negativa de él. Ningún
político argentino cuenta con semejantes números a favor en las
mediciones de opinión pública.
Nenhum comentário:
Postar um comentário