Karl Popper.
“Espiritual"
suena a piedad religiosa o a esa intragable papilla hecha de superstición,
dietas de adelgazamiento y técnicas orientales, pero estamos hablando de algo
mucho más serio
Los
ingleses no dejan de sorprenderme. Poseen un gran talento práctico, su cultura
es empirista, muy matter of fact, son escépticos y, sin embargo,
consideran que la educación espiritual debe formar parte del currículo
educativo. Así lo ordenó el Parlamento, y así se tiene que cumplir. Conviene
advertir que el sistema educativo inglés es completamente laico. Según
la Office for Standards in Education del Reino Unido (OFSTED), el
“desarrollo espiritual debe promover en los alumnos la reflexión sobre sus
propias vidas y la condición humana a través, por ejemplo, de la literatura, la
música, el arte, la ciencia, la educación religiosa y la relación con lo
sagrado”. Según otra formulación, la educación espiritual trata de pensar sobre
aquellas preocupaciones consustanciales al ser humano que no encuentran
respuesta en las ciencias positivas.
Una
visión utilitaria de la educación puede pensar que estas son, casi
literalmente, “músicas celestiales”. Por eso me intriga que los ingleses
no piensen lo mismo, lo que me lleva a reflexionar sobre el sentido de la
palabra “espiritual”.
“Espiritual" suena
a piedad religiosa o a esa intragable papilla hecha de superstición, dietas de
adelgazamiento y técnicas orientales. Estamos hablando de algo más serio.
“Espiritual” se opone a corpóreo. Hay necesidades orgánicas y necesidades
espirituales. Un gran filósofo de la ciencia –Karl Popper– decía
que había tres mundos: el físico (Mundo 1), el psicológico (Mundo 2), y el
mundo ideal creado por la inteligencia (Mundo 3). Un ejemplo: piedras,
emociones, ecuaciones matemáticas. Otro: sustancias químicas, pensamiento,
creaciones éticas. La evolución humana ha ido creando un Mundo 3 cada vez más
complejo y rico. Es el que estudian las “ciencias del espíritu”. Los humanos,
en este sentido, somos híbridos de naturaleza y cultura. Y la cultura ha
ido creando modos de vivir cada vez más alejados del reino animal. Para definir
lo que entiendo por “espiritual”, me gusta citar la inscripción que el
arquitecto del puente romano de Alcántara dejó en su obra. En realidad se
refería a la arquitectura. Estaba admirado por la capacidad de la inteligencia
para elevar edificios en contra de la ley de la gravedad. Escribió: plenum ars
ubi materia vincitur ipsa sua. Es el arte total mediante el cual la
inteligencia se vence a sí misma. Esa es para mí la mejor definición de lo
espiritual. Es el ímpetu del humilde ser humano por superarse, por
transcenderse, por ir más allá de sí mismo.
Les
pondré un ejemplo. Somos animales listos que aspiramos a considerarnos como
seres dotados de dignidad. La dignidad no es un concepto científico. Es
un concepto espiritual, fruto del ansia de escapar de nuestra condición animal.
Este impulso ha movido al hombre desde que apareció en el planeta. Los
defensores de la educación espiritual pretenden que no olvidemos este dinamismo
ascendente, que no es religioso, aunque las religiones lo hayan subrayado
poderosamente.
El
olvido, el desconocimiento o el desprecio de la larga aventura del ser humano
pueden convertirnos en seres superficiales, absorbidos por el estímulo presente
Corremos
el riesgo de olvidar esa dimensión, esa aspiración a la grandeza, lo que
entrañaría un empequeñecimiento de las expectativas humanas. Es interesante que
la reivindicación de la educación espiritual no venga de los teólogos, sino de
los psicólogos. Concretamente, de la psicología positiva, amparada por
la poderosa American Psychological Association, que la apoya vigorosamente. La
obra de Peterson y Seligman Character, Strenghs and Virtues
muestra que todas las culturas humanas coinciden en la apreciación de unas
pocas virtudes. Una de ellas es la búsqueda de la transcendencia. De forma
sorprendente relacionan con ella la experiencia de la belleza, la gratitud, la
esperanza, el humor y la espiritualidad. Todas cosas aparentemente inútiles. Un
nutrido equipo de psicólogos ha publicado The Handbook of Spiritual
Development in Childhood and Adolescence. Howard Gardner, el premiado
psicólogo defensor de las “inteligencias múltiples”, admite la existencia de
una "inteligencia espiritual”. Como algunos lectores me critican por citar
demasiada bibliografía en inglés, mencionaré a dos autores españoles
especialistas en este tema: Carmen Pellicer y Francesc Torralba.
Creo
que el olvido, el desconocimiento o el desprecio de la larga aventura del ser
humano pueden convertirnos en seres superficiales, absolutamente absorbidos por
el estímulo presente. El espíritu abre en cambio unas dimensiones distintas: vuelve
hacia la intimidad, se aleja de la pulsión inmediata, y piensa en metas
lejanas. Pretende salvarnos de la pesadumbre de las leyes físicas. Hölderlin
escribió: “Poéticamente habita el hombre la tierra”. Es una mentira, pero una
mentira esperanzadora.
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Texto de José Antonio Marina
Fonte: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2015-06-16/una-rareza-inglesa-la-educacion-espiritual-jose-antonio-marina_886725/
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