Cuentista experta, fue pionera de la ciencia ficción en la Argentina, pero abandonó hace tiempo el género; dice estar harta de "las mujeres vencidas en la literatura"
ROSARIO.-
"El teléfono celular es para mí una especie de esclavitud: «¡Ay, el
teléfono, dónde lo puse!». Mis hijos me retan porque no me cuesta nada
olvidarme de él." Angélica Gorodischer, rosarina por adopción y autora
de más de diez novelas y de otros diez volúmenes de cuentos, no reniega
sin embargo por completo de la tecnología. En su casa situada en el sur
de la ciudad de Rosario, en el barrio denominado Tiro Suizo (que toma su
nombre de un club deportivo), comenta que la computadora le cambió la
vida. Antes escribía sus cuentos y novelas a mano. Usaba lápiz, dice,
"para borrar, porque soy prolija y no quería ver tachaduras; después de
cuatro versiones lo pasaba a la máquina, era una tortura, ponías el
carbónico y en la última línea te equivocabas, tenías que empezar todo
de nuevo". Madre de tres hijos, está casada con el arquitecto Sujer
Gorodischer desde 1948. El Goro, como lo llama ella, está presente
durante la entrevista y cuando su mujer habla de los hijos comenta que
el mayor tiene tantos años que es casi más viejo que él. La pareja
mantiene un contrapunto divertido y aceitado, como el de los personajes
de Querido amigo, Las señoras de la calle Brenner y Palito de naranjo,
tres de las novelas de Gorodischer donde sobrevuelan aires de comedia.
Mientras trabaja en una nueva novela que Emecé publicará en 2016, la
autora de Kalpa Imperial muestra con orgullo un libro de cuentos, Otras vidas,
editado por el sello santafecino Palabrava y que se vende en los
quioscos junto con el diario El Litoral. Cuenta que su hija, días atrás,
la llamó para decirle cuánto le había gustado uno de esos cuentos,
"Jacoba, viento y escoba", un relato donde una narradora recuerda a su
abuela inmigrante.
Escribo por encargo también. ¿Por qué no? Una es escritora.
Escribir es un oficio. No importa de dónde venga el primer impulso: una
idea, un detalle, una palabra, inspiración no porque la inspiración no
existe o sí existe, pero se volatiliza instantáneamente si no se la
trabaja; de cualquier parte que venga el impulso, y si viene de una
sugerencia, orden, encargo, o lo que fuera, ¿por qué no, eh? Otra cosa:
los grandes, pero los grandes grandes, escribieron, pintaron y
compusieron sinfonías por encargo. ¿Y yo le voy a hacer ascos al
procedimiento? Y si ellos pudieron, no digo que yo voy a obtener los
mismos resultados, no estoy tan chiflada, pero si ellos pudieron, ¿por
qué yo no voy a tratar de cumplir un encargo? Claro, a menos que alguien
me diga: "Oiga, doña, escriba una novela de amor y traición y
sufrimiento y desgracia final de la protagonista y le vamos a pagar un
montón de guita". Ahí digo que no simplemente porque a mí esas novelas
convencionales que "reflejan la vida real" y que les gustan a todo el
mundo me ponen furiosa. La editorial Atlántida me había pedido un libro
sobre un personaje histórico y yo elegí a Kublai Kahn. Me lo imaginé en
un café de Rosario, charlando con Marco Polo, y a una narradora que los
escucha con atención. Así salió Cruce de caminos.
En cuanto al feminismo, seguimos viviendo en una sociedad machista.Peleamos,
eso sí, por salir de eso, pero todo es muy lento y trabajoso. En mis
momentos de optimismo pienso en mi mamá y en mis tías (no digamos en mi
abuelita) y me digo "ay qué suerte, cuánto hemos conseguido". En mis
momentos de pesimismo me digo "ufa, cuánto nos falta todavía". Y siempre
reflexiono, para mí misma o en voz alta: "No me explico cómo las gentes
que leen los diarios y miran televisión no se convierten
instantáneamente en feministas". Y no. Todavía hay ignorantes y
prejuiciosos (de ambos géneros) que dicen "las feministas odian a los
hombres" o "¿vos sos lesbiana, che?" o "el feminismo ya está superado", y
así de seguido.
Leo de todo. Los huesos de Aldous Huxley se
van a sentir importantes por lo que voy a decir: de él tomé la idea de
la importancia de la curiosidad intelectual. Para alguien que
escribe, como yo, es fundamental leer no sólo narrativa, sino también
ensayo, historia, ciencia. Por supuesto yo leo divulgación, no ciencia
pura y dura, porque no entendería mucho. Ahora estoy entusiasmada con la
teoría de las cuerdas, ¿escuchaste hablar de eso? Leo a Juan Martín
Maldacena, un físico argentino que escribe sobre esa teoría y sobre el
universo líquido, es sensacional. El horizonte de una se ensancha con
esas lecturas.
Me interesa lo inexpresable, lo oculto, lo que no se nombra o es difícil de nombrar.La
vida real me importa un pito. No podría escribir novelas realistas
sobre lo que siente un oficinista que está enamorado de la chica de la
otra cuadra y no se anima a decirlo, y sufre por eso, ¡a mí qué me
importa! Publiqué cuatro novelas de ciencia ficción, pero ya no escribo
más libros de ese género. Me parece que hay un florecimiento ahora de la
ciencia ficción, pero encuentro esos textos opacos, sin un trabajo de
escritura. En mi caso me gustó escribirlos y llamaron la atención, creo,
porque la autora era de un país en el que no funcionaba nada bien, ni
los teléfonos, ni las compañías eléctricas, ni los gobiernos, y sin
embargo podía imaginar universos de fantasía como los de Kalpa Imperial.
Hace poco estuve como invitada en la Semana del Libro de Rafaela.
Es una ciudad bellísima. Ahí di una conferencia llamada "El cuento del
cuento", donde quería decir algo sobre las recetas para escribir un buen
cuento. No hay recetas. Sin embargo, les dije dos cosas: primero, que
no hay que atenerse demasiado a las reglas, a esas convenciones sobre la
presentación, el desarrollo y el desenlace. Un cuento se puede empezar
por cualquier lado y la extensión es variable, la que sea necesaria.
Segundo, que el cuento es para que el autor o la autora se luzcan, en el
cuento hay que brillar. En la novela se siguen direcciones diferentes,
algunas quedan inconclusas o a medio trabajar. En el cuento no. La
literatura empezó con el cuento.
Estoy harta de las mujeres vencidas en la literatura, por eso en Palito de naranjo conté
la historia de una triunfadora. Es una novela sobre la trata, escrita
por completo con diálogos, con personajes femeninos y sin acotaciones
narrativas. Es un largo diálogo de Fermina con una periodista, en el que
ella repasa su vida y cómo se convirtió en una benefactora de mujeres a
pesar de haber sido prostituida en la adolescencia. Lo que novelizamos
las mujeres tiene interés porque nosotras todavía atravesamos
situaciones conflictivas. A quienes quieren leer por primera vez un
libro mío, les recomendaría Historia de mi madre, de 2004, o algunas de las novelas de ciencia ficción. Historia de mi madre
es una especie de autobiografía, aunque la protagonista del libro es mi
madre. Es un libro que quiero mucho y que está dedicado a mis nietos.
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Fonte: http://www.lanacion.com.ar/1837648-angelica-gorodischer-me-interesa-lo-oculto-lo-que-es-dificil-de-nombrar
Foto:LA NACION/Marcelo Manera
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